jueves, 24 de enero de 2013

EL INFINITIVO NO CONCERTADO, un relato de Alba Vaca

¡Oh!, venerable diosa de las artes, Musa que le contaste a Homero las traiciones, batallas y, casi con una exactitud divina, éste las relató en aquel poema que pasó de siglos en siglos y que perdurará por siempre en la memoria, tú, que con tu divina sabiduría narraste las aventuras de la cruenta guerra de Troya, concédeme Musa, con tu bella voz, la inspiración necesaria para contarle a los dioses cómo en aquella mañana Amparo, la guía, la maestra de las maestras, la que escribe en las estrellas y puede leer hasta en las rocas, guió a sus discípulas a través de la batalla del Infinitivo No Concertado. 

Batallaban las discípulas por ganar aquella lucha, el frío era atroz y el sueño y el hambre, cual sirenas de la isla que el valeroso Ulises supo esquivar, golpeaban cruelmente a las jóvenes, que fuertes como espartanas trataban de luchar contra aquel monstruo que amenazaba con aquellas runas antiguas. 

Entonces la maestra Amparo, la guía estelar, preguntó a las jóvenes guerreras si podrían luchar contra aquel horrible ser, hijo de la inspiración y el poder de humanos crueles. Las discípulas luchaban usando la misma inteligencia que Ulises usó para llegar a las costas de Ítaca tras su peliagudo viaje. 

Sonia, la del lenguaje poderoso, junto a su compañera inseparable Henar, la de la inteligencia de Atenea, Sara, la de la curiosidad infinita, Hajar, la de la comprensión permanente, María, la de las miradas de fuego y Alba, de prodigiosa pluma luchaban y, juntas en armonía casi divina, le dijeron a Amparo cuya paciencia fácilmente podía compararse con la de Ulises y cuya fuerza de voluntad casi igualaba a la de Héctor, el troyano: "Maestra, tú que nos has guiado hasta aquí, a través de peligros como las declinaciones, la sintaxis y, ¡oh!, aquel asesino monstruo del vocabulario, ¡guíanos ahora a derrotar al cruel Infinitivo, devorador de moral y de notas desde tiempos inmemorables!". 

Y Amparo, viendo por primera vez el temor en los ojos de sus discípulas les dijo: "Nos os preocupéis, alumnas, pues aunque el peligro sea grande podremos derrotar a este monstruo". Y entonces, rápidamente, le hicieron ofrendas a Atenea desde aquel templo que fue construido por las manos de su maestra: "Atenea, diosa guerrera y sabia, danos hoy fuerza y poder". Y Atenea, compadeciéndose de las jóvenes, les otorgó la sabiduría para derrotar al Infinitivo y los acusativos. Al principio fue difícil, pero finalmente derrotaron a los infinitivos y regresaron habiendo conseguido el honor y la vuelta a casa.  

Alba Vaca, 1º Bachillerato

Nota: Muchas gracias, Alba, por tan fantástico relato, que casi es un poema épico. ¡Y ánimo con el infinitivo! (El texto en cursiva es mío.)