“Levanta
del suelo tu cabeza, desdichada; eleva tu garganta, ya no existe Troya
ni existimos los reyes de Troya; resígnate pues el destino es
cambiable…”
Así
es como comienza Eurípides a narrarnos las desventuras de las mujeres
troyanas, el fatal destino que les aguarda tras la prolongada guerra.
En Las Troyanas de
Eurípides encontramos el clímax de lo sucedido tras la guerra de Troya,
una espiral dramática que nos conduce en diversas ocasiones a sentir la
carne de gallina y a notar lágrimas en nuestros ojos.
Pero ¿Qué hace a esta tragedia tan especial?
La teoría está clara, en ella encontramos una historia triste,
en la cual los personajes femeninos lamentan su suerte, pues no solo
han perdido a su familia, su ciudad o a sus hijos, también perderán su
honra y su libertad al ser entregadas como esclavas a los asesinos de
todo lo suyo.
Pero en mi opinión, Troyanas es algo más que una simple “historia triste” pues
en ella se contempla una realidad vigente (no sólo en la época clásica)
en la que las mujeres eran entregadas como esclavas, vejadas, violadas y
ultrajadas muchas veces en los lechos que compartían con sus difuntos
maridos.
También
contemplamos en esta tragedia la resignación de estas mujeres ante el
cruento destino que se les antepone, que se limitan a aceptar de buenas o
de malas su sorteo o las normas que los griegos les imponen, intentando
ofrecer un modelo de conducta con la esperanza de recibir algo de
piedad.
Es
destacable de la misma forma, la diferenciación de las mujeres
troyanas con Helena, la cual al verse acusada por Hécuba trata de
engatusar a Menelao para que éste le perdone la vida, juzgando a Paris
por lo hecho, ¿Qué trataba de decirnos el autor con esto? ¿Era una
lección sobre el error que conlleva dejarse llevar por las pasiones?
Impresionantes
son, del mismo modo, las figuras de Hécuba y Andrómaca, ya que ambas
sufren un destino semejante, pierden a sus maridos y a sus hijos y son
arrastradas hacia un destino funesto, rompiendo con sus gritos
desgarradores los muros de dolor que se formaban alrededor de las
troyanas.
Otra
figura destacable es la de Casandra, pues a esta joven con la capacidad
de adivinación nadie la escucha. Ella misma nos predice las cosas que
sucederán, aunque realmente ya han sucedido, lo que es un gran recurso
por parte del autor, ya que nos hace sentirnos parte de la obra sin la
necesidad de crear un personaje con el que sentirnos reflejados.
Concluyendo, podríamos decir que Las Troyanas
es una obra maestra del teatro clásico, pues contiene no sólo una
historia del pasado, sino que a su vez también ocupa el presente y el
futuro, una obra atemporal con una profundidad emocional impresionante y
un vivo retrato de la lucha interior que supone enfrentarse al destino o
dejar que éste tome las riendas de nuestra vida.
Alba Vaca (2º Bachillerato)