lunes, 19 de noviembre de 2012

Arqueólogos anuncian la excavación más ambiciosa que se haya realizado en Troya


Expertos de EE.UU. y Turquía investigarán la veracidad de la guerra descrita en la Ilíada.

18/11/2012 - 10:41





Es una de las ciudades más famosas de la historia antigua. Troya, cuyo origen en el actual territorio de Turquía se remonta al 3.000 a.C., fue inmortalizada por Homero en su poema épico Ilíada, en el siglo VIII a.C. y que describía la etapa final del asedio de 10 años al que fue sometida la urbe por parte una coalición de estados griegos. La ciudad y su guerra, que según el mito fue gestada por el rapto de la esposa del rey de Esparta a manos de Paris de Troya, e involucró el uso de un gigantesco caballo de madera para infiltrar soldados, permanecieron como parte del imaginario por siglos, hasta que el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann encontró sus ruinas en el siglo XIX.
Pese a ser considerada por los científicos como un punto clave para el desarrollo de la civilización, debido a su ubicación e historia, hasta hoy menos de la quinta parte de su superficie ha sido excavada. Por ese motivo, la U. de Wisconsin-Madison (EE.UU.) acaba de anunciar que en 2013 efectuará la expedición más ambiciosa realizada hasta ahora en el lugar.
Mediante sofisticadas tecnologías de prospección y análisis de restos, el proyecto -que tendrá la colaboración de la U. Çanakkale Onsekiz Mart, ubicada cerca de las ruinas- pretende responder varios enigmas de esta ciudad, que estuvo habitada durante casi 4.500 años, desde la Edad de Bronce hasta el siglo XIII d.C. Quiénes fueron los habitantes prehistóricos de esta urbe compuesta por 10 ciudades sobrepuestas, cómo operaba realmente su lenguaje y cómo vivían sus habitantes son sólo algunas de las interrogantes que se esperan resolver.
William Aylward, arqueólogo de Wisconsin-Madison, señala que tras la destrucción de Troya a fines de la Edad de Bronce-evento que en realidad habría sido producto de un conflicto desatado en el siglo XI a.C. por parte de griegos micenos-, la zona fue recolonizada por griegos y romanos, además de presenciar la visita y la influencia cultural de conquistadores como Alejandro el Grande y el general persa Xerxes, principal enemigo de los espartanos en la famosa batalla de las Termópilas.
“Troya es un punto clave de la civilización occidental. Nuestra intención es añadir nuevas capas de información a lo que ya sabemos de la ciudad”, explica Aylward en un comunicado de prensa de su universidad.
Cementerio real
Entre los objetivos de los científicos se cuenta determinar la ubicación del cementerio real de Troya, el cual sigue sin ser descubierto. Además, se espera encontrar más antecedentes prehistóricos de la escritura que se empleaba en Troya, ya que hasta ahora el único indicio conocido es un pequeño sello metálico de la Edad de Bronce. El objeto fue hallado en 1995 y en una de sus caras tiene el nombre de un escriba redactado con jeroglíficos luwianos, ligados comúnmente a los hititas, un pueblo de Asia Menor.
Los expertos también esperan aplicar técnicas de arqueología molecular, incluyendo secuenciación de ADN y análisis de proteínas para estudiar restos humanos y animales, además de residuos en vasijas y antiguas cocinas. “La persistente pregunta sobre la certeza histórica de la guerra de Troya también es digna de una exploración más a fondo”, afirma Aylward.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Mitos y leyendas - Dioses y héroes en la mitología griega

Recordeu que, com sempre,  m'agradaria que pensareu sobre algunes coses que es comenten al vídeo: 

- Què son els mites? Per què aparèixen? Necessitem la mitologia actualment?

- I els herois? En què es diferencien dels déus? Què tenen tots els herois en comú? Tenim herois ara?


jueves, 15 de noviembre de 2012

Lisandro, Alcibíades y sus amigos

Atención Griego II: 

Aquí tenéis la presentación del tema de la Guerra del Peloponeso. Os dejo, a continuación, el enlace al artículo de Historia NG que hemos empezado a leer en clase, por si os lo queréis descargar y tener completo y en color. ¡Ánimo!  



Artículo: http://www.antoniopenades.es/images/Lisandro_final_guerra_Peloponeso_HNG_107.pdf

lunes, 12 de noviembre de 2012

Hijos de Homero


El griego se escribe desde el siglo XV a.C. De una manera ininterrumpida, tenemos documentos escritos en lengua griega desde hace 3.500 años. Ninguna lengua de la Humanidad tiene una historia tan larga, ninguna constituye un instrumento tan precioso para observar, con una perspectiva de milenios, los fenómenos que hacen evolucionar el lenguaje y, por tanto, el universo de los hombres. 

A la luz de estos hechos, siempre me ha resultado asombroso, insólito, que todavía haya quien llame a la lengua griega 'una lengua muerta'.

Bernardo Souvirón, Hijos de Homero

Tablillas micénicas. S. XII -XII a.C.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Los orígenes de Europa


por  el 28 OCTUBRE, 2012  (Artículo aparecido en la revista muy historia en mayo de 2011)


Micenas. Puerta leones
Los imponentes bloques ciclópeos de la muralla parecen engullir la famosa puerta de los leones, símbolo eterno de la ciudad de Agamenón.
Reproduzco hoy este artículo, publicado en la revista MUY Historia en Mayo de 2011.
En los orígenes de Europa pugnaron dos patrones diferentes de civilización; uno matriarcal y pacífico, más antiguo, cuyas raíces pueden verse todavía hoy en los restos minoicos de la isla de Creta; otro patriarcal y violento, simbolizado por Micenas, la patria del rey que atacó Troya al frente de un ejército plagado de héroes que la literatura ha hecho inmortales.
El mito nos cuenta que Europa era hija de Agénor, rey de Tiro, ciudad fenicia situada en la costa de Siria. Una tarde, mientras jugaba con sus amigas entre la arena de la playa, el gran dios Zeus la entrevió por un instante, recortada entre los flecos de dos nubes. Deslumbrado por aquella belleza fugaz, suspendido del cielo como un águila, fijó su mirada en el hermoso cuerpo de la muchacha.
Adoptó Zeus la forma de un hermoso toro blanco, de cuernos de luna creciente, y apareció en la playa con gesto manso y ojos confiados. Avanzó hacia el lugar en que la sorprendida Europa estaba sentada y se tumbó a su lado, rozándola  con su blanco lomo.
Acaricia ella la testuz del animal, rodea con sus dedos los cuernos suaves y, ante el asombro de sus amigas, se encarama, incauta, a su lomo y se tumba sobre él, como si fuera el lecho de su amante.
Entonces el toro se levanta y se lanza al mar con la aterrorizada Europa asida a sus cuernos. Muge el toro del mar, navega entre las olas hacia el sol poniente y arriba por fin a una costa desconocida, abrupta y solitaria. Europa no sabe que está pisando la tierra de Creta.
Una vez allí, en la ciudad de Gortina, Zeus se une a la doncella a la sombra de un plátano, y deja en ella la semilla de un triple embarazo, los primeros hijos de Europa: Radamantis, Sarpedón y Minos que, instalado en Cnoso, la ciudad más importante de la isla, habría de dar su nombre a la civilización minoica, antecedente inmediato de la primera civilización genuinamente europea.
El mito nos hace descendientes de una inmigrante asiática, llevada a la fuerza hasta las costas de Creta, el lugar donde, a mi juicio, empieza la historia de Europa en un sentido profundo.

La civilización minoica: el recuerdo de la paz

Es muy difícil establecer en el tiempo el origen de la civilización minoica. Quizá la historia de la Creta minoica comenzó en los albores del año 3200 a. C., en el llamado “período minoico antiguo” o “prepalacial”, con la llegada a la isla de algunos grupos humanos procedentes de Anatolia y/o Siria y Palestina. Entre los años 2000 y 1700/1600 a. C. el registro arqueológico detecta cambios significativos, especialmente la construcción de los primeros palacios, singularmente en Cnoso, Festo y Maliá. Este período ha sido llamado “minoico medio” o “protopalacial. Finalmente, entre los años 1700/1600 y 1050 a. C. se desarrolla el último período de la civilización minoica, llamado “minoico reciente” o “palacial”. El dato más relevante de esta fase es que en torno al año 1450 a. C. el trono del palacio de Cnoso, del que hay una copia en madera en la Corte Internacional de La Haya, es ocupado por un monarca que ya no es minoico.
Los habitantes de Creta evolucionaron de tal manera que dieron lugar a una civilización que sigue impresionando hoy por la belleza de sus restos y el refinamiento de algunos de sus edificios, a los que la historiografía moderna ha llamado con razón palacios. En el más importante de ellos, el de Cnoso, los griegos situaron al rey Minos, hijo de Europa, y en sus laberínticos sótanos al Minotauro, el monstruo nacido de los extraños amores de Pasífae, esposa de Minos, con un toro enviado, de nuevo desde el mar, por Poseidón.
Un rasgo que caracteriza a todos los palacios de la isla es la ausencia de murallas. Durante todo el desarrollo de la civilización minoica, los habitantes de Creta consiguieron, a diferencia de lo que ocurría en el continente, hacer práctica y cotidiana una convivencia pacífica. Los minoicos, quienesquiera que fueran, nunca se vieron amenazados hasta el punto de tener que construir murallas para defenderse.
Las implicaciones que este hecho tiene son verdaderamente inquietantes, pues nos llevan, inevitablemente, a preguntarnos si una civilización puede alcanzar altos grados de desarrollo sin verse implicada en prácticas de guerra. Y si es esto cierto  la siguiente pregunta ha de ser por qué razón la guerra se generalizó después como práctica habitual, manteniéndose así hasta nuestros días.
Pues bien, la realidad histórica de una Creta pacífica resultó casi inasumible para los propios griegos, que intentaron justificar este hecho con suposiciones más o menos fundadas. La más afortunada de estas suposiciones es la que aventura Tucídides, el gran historiador ateniense del siglo V a. C., cuando afirma lo siguiente:
Minos fue, de entre todos de quienes conservamos recuerdo, el primero en hacerse con una escuadra. Dominando la mayor parte de los mares griegos, gobernó sobre las islas Cíclades y llegó a ser el primer colonizador de la mayor parte de ellas. [1]
Éste texto ha servido de base a toda explicación sobre la ausencia de murallas en Creta: el dominio del mar, la llamada talasocracia minoica, hacía innecesarias las murallas en tierra. La verdadera muralla de Cnoso era el mar, vigilado por su poderosa flota.
A pesar de que no pocos historiadores han abrazado esta teoría con entusiasmo, no hay una sola prueba que la avale. De hecho, a pesar del mar y de la supuesta flota minoica, en el año 1450 a. C., como decía antes, el monarca de Cnoso no es minoico sino micénico, es decir, griego.  En efecto, ¿cómo podría ser el mar un obstáculo para hombres que empleaban la palabra póntos, es decir, ‘puente’, para designarlo? ¿Cómo podría el mar impedir que quienes lo consideraban un puente entre islas, transitaran por él con la conciencia de que, al navegar, recorrían los territorios de su propia patria?
Además, en perfecta coherencia con la ausencia de murallas, todos los hallazgos materiales minoicos parecen alejarse de la estética de la guerra o del guerrero: no hay armas, no hay representaciones de batallas ni escenas de combates; al contrario, la decoración de los palacios y de los vasos de cerámica nos muestran escenas de la naturaleza: delfines, pulpos, algas y, singularmente, serenos paisajes submarinos, acciones de caza y pesca, composiciones relacionadas con las estaciones, toros con los que juegan hombres y mujeres; representaciones, en suma, en las que la guerra está irremediablemente ausente.
Junto a todos estos hallazgos, hay una ausencia especialmente notable: la figura del guerrero. Ninguna de las imágenes masculinas que nos ha regalado el arte minoico tiene algo que ver con el  modelo de héroe que saturará toda la iconografía del arte europeo posterior, sea cual sea la época. Por el contrario, lo que registran los hallazgos arqueológicos es la presencia de una estatuilla pequeña que representa a una mujer con los pechos desnudos. Tiene dos serpientes en las manos y un felino sobre su cabeza. La ciencia historiográfica la ha llamado “Señora de las fieras”.
Quizá esta mujer sea el símbolo de una civilización caracterizada por una ausencia, la guerra, y dos presencias: la mujer y un tipo de hombre muy alejado del prototipo del guerrero.
En la isla de Creta están las pruebas de un modelo de vida pacífico que, como decíamos, no logró perpetuarse. Al contrario, fue sustituido para siempre por otro modelo radicalmente distinto que estableció los patrones de conducta (masculinos y femeninos) que han caracterizado hasta el día de hoy a la llamada civilización occidental.

El amanecer de la Europa moderna: el mundo micénico

El modelo minoico fue barrido por otro que penetró en toda Europa con fuerza incontenible. En efecto, unos años después de sacar a la luz los restos de Troya, H. Schliemann decidió dirigirse a Micenas, la ciudad de la que había sido rey Agamenón, el jefe de las fuerzas atacantes de Troya. Enseguida encontró seis tumbas excavadas en la roca: contenían los cuerpos de nueve hombres, ocho mujeres y dos niños. Asombrado, contempló que los rostros de cinco de esos hombres estaban cubiertos por máscaras de oro, como si hubiesen querido perpetuar los rasgos de sus rostros. A su alrededor había multitud de objetos valiosos, especialmente armas: puñales y espadas de bronce, señas de identidad de estos hombres cuya vida y cuya gloria estaba basada en la práctica de la guerra.
Schliemann, en efecto, había descubierto tumbas de guerreros, excavadas en una fortaleza rodeada por murallas imponentes, colosales, que los antiguos llamaban “ciclópeas”, pues el enorme tamaño de sus sillares parecía que sólo podía haber sido movido por los gigantescos cíclopes monóculos. ¡Qué diferencia con los palacios minoicos, donde ni murallas ni armas tienen sitio!
La importancia de Micenas es tan grande que ha dado nombre a todo un período de la historia conocido como “micénico”: una civilización de guerreros indoeuropeos, que aparecen en la Península Balcánica en torno al año 1700 / 1600 a. C [2]. Homero los llamó aqueos (Achaioí), y sus nombres siguen resonando en nuestros recuerdos: Aquiles, Ulises, Agamenón, Áyax…
Cuando los aqueos o micénicos consiguieron asentarse en territorio balcánico, pusieron en marcha un modelo de sociedad que ha tenido un éxito verdaderamente extraordinario. En realidad, las bases que establecieron en su sistema de convivencia perduran hasta el día de hoy, vigentes y pujantes. Estas bases tenían como objeto demoler la antigua sociedad minoica, matriarcal y pacífica, y establecer un modelo de estado y de sociedad basado en:
  • La preponderancia del varón.
  • La práctica sistemática de la guerra.
  • La conquista de territorios y la consiguiente esclavización de sus habitantes.
  • Y, especialmente, la desaparición social y política de la mujer, que quedó confinada, como Penélope, al estrecho mundo de la vida doméstica.
En virtud de los datos que poseemos [3], sabemos que la sociedad micénica se organizó para conseguir estos objetivos. Podemos afirmar que las ciudades-estado micénicas eran gobernadas por reyes (basileîs) que llegaban al trono por herencia, aunque no hay una línea hereditaria constante; unas veces el rey es el más venerado de los ancianos, como ocurre con Néstor, rey de Pilo, otras veces el rey es el jefe del clan familiar más poderoso, como Agamenón en Micenas o Menelao en Esparta.
El poder de estos basileîs abarca tres ámbitos:
  • Son jueces, depositarios de una autoridad que viene de los dioses, cuya voluntad deben interpretar en ausencia de leyes escritas.
  • Son sacerdotes o jefes supremos del culto debido al dios o dioses que protegen la ciudad. En este campo tienen ayudantes a los que solemos llamar sacerdotes, aunque se trata más bien de magos o adivinos, bendecidos por el don adivinatorio.
  • Finalmente, son también jefes militares y caudillos del ejército.
Mas estos reyes están lejos de ser monarcas absolutos. Cuando deben tomar una decisión importante, especialmente en relación con la guerra, escuchan a los ancianos y a los jefes de las familias más importantes y, con frecuencia, convocan y consultan a la asamblea de los ciudadanos en  armas, vasallos obligados a servir en el ejército pero, también, hombres libres que ejercen su derecho a opinar con libertad. Sin duda se trata del embrión de lo que después habría de ser la asamblea popular de un estado democrático como el ateniense.
Mas de este mundo hay dos grupos excluidos: los esclavos y las mujeres. En el caso de los esclavos, no tengo ninguna duda de que son una de las consecuencias más notables de la guerra. Heráclito lo vio con claridad cuando, ya en el siglo VI a. C. afirmaba:
La guerra es el padre de todos, el rey de todos. A unos los hace dioses, a otros hombres. A unos los hace libres, a otros esclavos. [4]
En relación con las mujeres la sociedad micénica fue verdaderamente diligente, pues la clave del éxito del modelo patriarcal que pretendía perpetuar estaba en la desaparición social de las mujeres. En mi libro Hijos de Homero (Alianza Editorial, Madrid, 2006, 2008) he tratado con calma este asunto decisivo, a mi juicio, por lo que remito a sus páginas al lector interesado. Sólo diré aquí que si los griegos micénicos y los griegos posteriores no hubieran logrado este objetivo, su modelo de sociedad se hubiera visto seriamente comprometido y, probablemente, hubiera fracasado.
El hecho relevante es que hoy nuestra globalizada sociedad sigue siendo igual que era la de ellos: explota los frutos de la guerra, excluye a verdaderas multitudes de los beneficios de la riqueza, esclaviza sin piedad a quienes están destinados a producir bienes de consumo y, a pesar de algunos indicios aparentemente optimistas, sigue excluyendo a las mujeres de los ámbitos decisorios.
Ciertamente, la progresiva incorporación de la mujer a la vida social, política, empresarial e, incluso, militar, es a mi juicio un dato objetivo, aunque engañoso, pues se está produciendo sólo cuando las propias mujeres parecen haber aceptado el modelo masculino de éxito social, lo que supone que ninguna de ellas, en disposición de tomar decisiones políticas de alto nivel, podría hacerlo si, por ejemplo, cuestionara la guerra como mecanismo de resolución de conflictos.
El éxito del modelo micénico de sociedad patriarcal ha ido probablemente mucho más allá de lo que sus propios inventores imaginaron pues, tres mil seiscientos años  después, muchas mujeres (a cuya costa se construyó tal sociedad) han asumido e interiorizado ese modelo incluso cuando creen oponerse a él.




 

[1] Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso, 1.4.
[2] Los primeros indoeuropeos aparecen en Asia, especialmente en la península de Anatolia sobre el año 2300 a. C. Su integración, pacífica o no, con las poblaciones preindoeuropeas es, como en Europa, una de las claves más importantes de la historia antigua.
[3] Proporcionados esencialmente por los poemas homéricos y por las tablillas escritas en el llamado silabario minoico lineal B, un sistema de escritura minoico que los griegos micénicos adoptaron para escribir por primera vez su lengua, es decir, el griego.
[4] Fragmento 761 de Los filósofos presocráticos (I), Gredos, Madrid, 1978.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

domingo, 4 de noviembre de 2012

Atenas, 1667


"Guiado por quienes tienen fama de saber las leyendas de los griegos, el oficial recorre las calles topando a cada paso con columnas de mármol y con estatuas que figuran criaturas extrañas y admirables. Algunas de ellas sonríen dulcemente y otras paralizan a quienes las observan con terribles miradas; pero todas parece que están vivas, y cuesta creer que hayan sido hechas por la mano del hombre. 

Esa tarde, al declinar el sol, Çelebi ha subido al castillo y ha descubierto una ciudad que no cabe en su informe y que la premura de su paso no le permite asimilar. Ha admirado el elegante mirador de las doncellas, se ha recreado en las figuras de los guerreros desnudos que combaten a los hombres-caballo y ha preguntado por la causa del terrible derrumbe de las columnas de la escalinata de entrada. 

 (...) Al salir y asomarse a los muros, el sol ya estaba sobre el mar. Çelebi ha confesado entonces a sus acompañantes que, en todos sus viajes por los siete países del mundo, todo lo que ha visto es casi nada si se compara con las maravillas de Atenas, y que ningún viajero debe jactarse de conocer el mundo si no ha venido a visitar esta ciudad. Luego, bajando por la ladera, ha rogado a Alá que este antiquísimo lugar de oración mantenga hasta el fin de los tiempos su integridad y su belleza"

Pedro Olalla, Historia menor de Grecia.